El observador 

Qué es el aire sino todo cuanto necesito y nos separa. Cristales de vapor microscópico, flotando entre nosotros, atravesados como tus ojos por la luz blanca de un invierno blanco, de un silencio sereno y un pensamiento vano. 

Es agradable mirarte, entre las ramas que bordean este estanque, escondido a ratos por la niebla y por tus andares, tan sinceros y errantes.

En qué pensará la bella figura que sobre la escarcha camina, dónde tendrá sus sueños; lejos, porque no se detiene aunque la tienten. 

Y se aleja recia y hermosa, esbelta hacia sus sueños, sin dueños, ni miedos, ni tropiezos sin remedio. Me quedo, me ha gustado imaginar este momento. 

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