Las babas

Tú, que siempre me has mirado entregando tus ojos, desgranando perfiles casuales, ilimitados. Tú, que regalas amapolas en tus labios, atraviesas campos, cultivos y bosques bajos, lo que sea necesario. Dormidera, donde se enredan mi lengua y mis vergüenzas. 

Tú y tus abejas, atareadas, recolectando de la vida el néctar y de nuestros cuerpos los hermosos versos de hidromiel casera. Son mis dedos los que recorren toda la pradera, sin descanso, hasta rozar el sentido inexacto de un deseo; nuestra esencia rebelde buscándose entre momentos parcos en palabras, y tan llenos de babas.

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