El humedal tranquilo, recóndito lugar donde el tiempo no es el mismo que en la ciudad, pasa distinto. Rural, un mundo estacional a merced del clima, rodeado de pequeñas colinas que filtran la neblina, el agua de lluvia tras la espesura, y se la brindan limpia a la llanura. Qué locura ver transitar el ritmo diferente del ajetreo impuesto, feo y por defecto, que nos han metido en el cuerpo. Somos de cuidad, preparados para todo, menos para apreciar y considerar el esfuerzo de arrancarle a la tierra, como siempre, lo que pensamos nuestro por derecho.
Tenemos una visión sentimental, sesgada, de la dureza y la soledad; del esfuerzo de amar la tierra para poderse alimentar. Ya hay quienes se olvidan de que, sin un mundo rural, las ciudades están condenadas a la enfermedad, a engullir la humanidad y a alejarla de sus raíces, clavadas hace miles de años cerca de algún humedal.
(Fotografía de Pipe Maíz)
Concuerdo absolutamente con lo que escribes… «el tiempo no es el mismo que en la ciudad, pasa distinto». Como vivo en un pequeño trocito de campo, puedo agregar que aquí las horas no apremian. Danzan junto con la brisa y la claridad, trayendo los sonidos de las hojas agitadas, de las inquietas avecillas que corretean y vuelan sin parar.
Y claro, detrás de cada cultivo, hay todo un universo de esfuerzo, paciencia y afán, que las más de las veces no se sabe apreciar.
¡Preciosa la foto!
Saludos desde «El Cielo», Chile.
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Muchísimas gracias por comentar compartiendo, es genial poder conocer vivencias de los demás tal y como les apetece contarlas. Además me alegra un montón que te hayas sentido identificada con algo del texto. Sólo eso ya es una maravilla para mí. Un abrazo
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¡Eres muy gentil!
¡Gracias!
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Hermoso! Y efectivamente, sin el campo, la ciudad está condenada.
Un saludo
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Mil gracias por tus palabras María! Un abrazo
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Sí, el tiempo pasa distinto, quizás es la trampa del reloj que siempre esconde en su espalda, distinto o no, transcurre, se lleva la ficción de la permanencia en cada instante cuando nos come, eso sí, a medias, porque nos deja «vivos» aunque en cada segundo devorado, va desapareciendo la vida y luego, expones, el enfrentamiento entre el campo y la ciudad, la austeridad versus la vanidad ¿El esfuerzo y la prepotencia? Me encantó la reflexión. Saludos
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Me alegra mucho que te haya gustado, mil gracias por tu comentario. Al final creo que la mentalidad de cuidad se aleja de los grandes mensajes de la naturaleza. Hay que buscar un equilibrio. Muchas gracias un abrazo
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Me encantó tu mención a nuestra relación con la tierra: «esfuerzo de amar la tierra para poderse alimentar.» ¡Tan básico y fundamental!
Muy buena reflexión, gracias.
¡Abrazos!
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Gracias a tí por tu comentario, me gusta conocer vuestra opinión. Creo que reflexionamos demasiado poco con la vida tan ajetreada que llevamos. Un abrazo
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